Niños llamados hambre


Recién llegado al mundo, su madre y su padre decidieron que su nombre sería Hambre. Cuando a los padres les preguntaban porque lo habían llamado así al niño; ellos contestaban que era el nombre del futuro en este país. 
Hambre vivía en una villa junto a sus seis hermanitos. Él era el mayor y tenía que salir a buscar cartones con su padre para conseguir algo de dinero. Con doce años de ser hambre, empezó a preguntarse si alguien más se llamaba Hambre. Por las noches deambulaba preguntando a todos los que veía como se llamaban. Caminaba y caminaba, empezó a darse cuenta que él no era especial, que sus padres no eran los pioneros en colocar ese nombre a un chico.
En las esquinas había miles de niños llamados hambre, en las plazas también muchos se llamaban hambre, en los subtes muchos hambres trabajaban, en las escaleras de los ministerios muchos hambres dormían, en los semáforos muchos hambres jugaban a limpiar autos, algunos hambres robaban segados por el hambre, otros hambres tapaban sus nombres con bolsitas de pegamento. Los hambres no tenían familia, ni casa, ni ropa nueva, los hambres morían de hambre, nacían para tener solo hambre.

Pasado un tiempo Hambre decidió cambiar su nombre. Al llegar al Registro Civil vio una multitud de hambres con su misma intención. Las puertas nunca se abrieron, un delegado del Registro les comunicó que no habría cambio para nadie. Hambre y los demás todavía quieren dejar de ser Hambre.

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  A mamá le encantaba el mar. La última vez que pudo ir se trajo un cuadro con olas que rompían en una playa. Pidió que lo colgáramos encima...