Que lindo seria

Me encontraba en la cama, en ese momento en que no te podés dormir y empezás a pensar, en no sé qué pero pensas y pensas. De tanto pensar se me ocurrió pensar que lindo sería que a mi departamento no se le rompa el techo del baño, que los caños de la cocina no pierdan agua, o que las luces no hagan cortocircuito. Que lindo sería que no llegaran las expensas, el ABL, la luz, el gas, el agua, que el portero, afiliado al partido "Mala Onda", le llegue una oferta irrechazable y se vaya a vivir a Tangamandapio. Que lindo sería comprarme un perro y ponerle de nombre Roberto, que los colectivos se vayan de vacaciones a la costa, que la chica del subte, cansada de su trabajo, renuncie y le rompa toda la oficina a su jefe.
Que lindo sería que los estudiantes despierten con sus títulos debajo de sus almohadas, que los que no tienen perseverancia la puedan comprar en un kiosco, que no enseñen matemáticas en las escuelas, que los profesores "cancheros" desaparezcan del planeta tierra.Que lindo sería parar, en plena Nueve de Julio, un taxi y decirle al chofer:"Señor, siga a ese auto". Que lindo sería que se corte Internet por unos días y todos nos digamos las cosas cara a cara, que los chicos vuelvan a jugar en la calle, que nos devuelvan la noche, que el verano nos devuelva el río...

Carta a una cama


28 de julio de 2010:

   Con lágrimas en los ojos te escribo, quizá esperé mucho tiempo para hacerlo, pero hoy debo informarte las nuevas medidas aunque me duela. Muchos años de amistad nos unieron, me acuerdo cuando me obligaban a dormir la siesta y yo no quería, vos me entendiste, yo también lo hice. A partir de allí forjamos un camino largo, extenso, en el que logramos ser uno solo. Nuestra relación podría denominarse "enfermiza" en la que ninguno de los dos podía vivir sin el otro, por estar tanto tiempo con vos pase momentos malos, los cuáles finalizaron con pésimos rendimientos escolares. Como toda pareja logramos salir adelante, luchando día a día para mantenernos unidos.
   Pensé en cambiarte por una cama de clavos, para dejar atrás este nefasto hábito que se denomina dormir. Luego decidí no hacerlo porque obviamente le iba a encontrar la vuelta y los clavos no me iban hacer nada bien. Todo me llevó a pensar que mi batería estaba fallada, como cuando pones a cargar tu celular toda la noche y después al otro día te pone batería baja. Bueno así me sentía yo luego de dormir varias horas.
   Ay, se me juntan tantas cosas lindas que se me hace muy difícil llevar adelante esta separación. Los inviernos compartidos, las siestas eternas después del colegio, los programas de tele que vimos juntos, horas y horas de sueño. Pero llega un momento que la cabeza te hace "click", y te das cuenta que todavía no existen las carreras relacionadas con el sueño o con ser "catador" de colchones, es decir, esto de dormir no tiene salida laboral.  
   Por todo esto decidí distanciarme de vos, aunque nos duela será lo mejor para ambos. Un amigo me dijo una vez: "Como voy a dormir cuando me muera", y tenía razón ya va a ver tiempo para eso.

Niños llamados hambre


Recién llegado al mundo, su madre y su padre decidieron que su nombre sería Hambre. Cuando a los padres les preguntaban porque lo habían llamado así al niño; ellos contestaban que era el nombre del futuro en este país. 
Hambre vivía en una villa junto a sus seis hermanitos. Él era el mayor y tenía que salir a buscar cartones con su padre para conseguir algo de dinero. Con doce años de ser hambre, empezó a preguntarse si alguien más se llamaba Hambre. Por las noches deambulaba preguntando a todos los que veía como se llamaban. Caminaba y caminaba, empezó a darse cuenta que él no era especial, que sus padres no eran los pioneros en colocar ese nombre a un chico.
En las esquinas había miles de niños llamados hambre, en las plazas también muchos se llamaban hambre, en los subtes muchos hambres trabajaban, en las escaleras de los ministerios muchos hambres dormían, en los semáforos muchos hambres jugaban a limpiar autos, algunos hambres robaban segados por el hambre, otros hambres tapaban sus nombres con bolsitas de pegamento. Los hambres no tenían familia, ni casa, ni ropa nueva, los hambres morían de hambre, nacían para tener solo hambre.

Pasado un tiempo Hambre decidió cambiar su nombre. Al llegar al Registro Civil vio una multitud de hambres con su misma intención. Las puertas nunca se abrieron, un delegado del Registro les comunicó que no habría cambio para nadie. Hambre y los demás todavía quieren dejar de ser Hambre.

Un cuaderno y un dolor


A continuación voy a escribir uno de los recuerdos más tristes que tengo en mi cabeza. Quizá hoy lo puedo tomar con humor pero cuando era chico no fue así. De pequeño, no me gustaba para nada concurrir al colegio, ese temita de levantarse temprano no era para mí. Yo estaba en "salita de cinco", como se decía en mi colegio, primer día de clases, lleno de esperanzas, ilusiones, a un paso del "deseado" pero a la vez "temido" primer grado. Cada compañero llevaba un paquete de galletitas, yo era el que llevaba las que no quería nadie, por eso, siempre me daban las húmedas, las de abajo de la lata, las que tienen cien años ahí adentro. Algo que sí me gustaba de ir a la escuela era comprar los útiles, era lo mejor, lo más lindo, después se me rompían todas las cosas y todo lo comprado dejaba de ser todo eso.
Cuestión, con todas las cositas nuevas, cumpliendo con la lista que nos habían pedido a raja tabla, apareció la nueva profesora. Anoten, no se olviden de su nombre, se presentó como la señorita María Rosa. Me siguen, fundamental recordarlo. Ella comenzó su discurso de primer día, ese en el que te quieren meter miedo, pero a la vez hacerte creer que iba a ser todo lindo. Siguió hablando, hablando, hasta que pidió un cuaderno, justo, dio la casualidad que yo estaba enfrente de ella y tuve que darle el mío. No me olvido más ese momento, es como si hubiése sido en cámara lenta y sin sonido. Mi hermoso cuaderno estaba forrado con dibujos de las tortugas ninjas, en esos años un boom. Mostró mi cuaderno a todos mis compañeros, lo abrió, se fijó que se viera bien la tapa y la contratapa, imaginense mi estado de orgullo, me sentía el mejor, todos miraban maravillados. Pero ese momentito fue efímero, se me escapó en un segundo, un chico de cinco años no esta preparado para eso, defintivamente no. Luego de pasear a las tortugas ninjas, frenó y dijo: "Bueno, ¿lo vieron bien?- todos gritaron al unísono que sí- así no era lo que yo pedí", rompió el forro con toda la furia, hizo un bollo y tiró el papél a la basura.
Hagan de cuenta que me tiró a mí también, fue un golpe al alma. Lo que quería la "señorita María Rosa", era que todos los cuadernos estén forrados iguales con papél afiche celeste. Encima, para finalizar, uno de mis compañeros agarró el bollo de papél y se lo quería llevar a su casa. Hoy, me acuerdo y me rio pero en ese momento la pase muy mal, a tal punto que todavía lo recuerdo. Un cuaderno y un dolor.

  A mamá le encantaba el mar. La última vez que pudo ir se trajo un cuadro con olas que rompían en una playa. Pidió que lo colgáramos encima...