Algo bueno va a pasar...



Los balcones de Buenos Aires, las plantas insulsas, las esquinas del delito, los amores olvidados, la noche impensada, el sentimiento arrepentido, un impulso sin pulso, una sombra que camina sola, la calle oscura, el humo de Avellaneda, los bares llenos, la cortina que vuela, la luz que despierta, los parpados pegados, la boca seca, el mate pasado, el agua en la cara, el traje que aprieta, las monedas perdidas, el reloj que corre, los trámites de mierda, llenar el formulario, pasar por ventanilla, la gente ciega, el taxímetro que vuela, no tener a donde ir, la soledad de la ciudad, la brisa de la tarde, las casas abandonadas, las miserias de siempre, el policía de la esquina, el playero nocturno, los pulmones de los edificios, los perros paseando, las horas perdidas, el que fuma en un banco, la ciudad gris; todo, la rutina, lo que queremos cambiar, los sueños, las imposibilidades, las ataduras, lo trivial, la monotonía de la espera, los errores cometidos, los pisos que nos quedan por limpiar, los golpes, los tropiezos, las ciudades, las fronteras, las culturas, las desigualdades, los ideales traicionados, los vasos vacios, las canciones de la infancia, las hojas con tres agujeros, los amigos perdidos, los comerciales, los deseos impuestos, la lluvia necesaria, las terminales de ómnibus, los talleres clandestinos, los puteríos, los tres que manejan una ciudad, el tachero facho, los sueños de futbolista. Todo; no importa yo sé que algo bueno va a pasar…

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  A mamá le encantaba el mar. La última vez que pudo ir se trajo un cuadro con olas que rompían en una playa. Pidió que lo colgáramos encima...