Una gran vuelta



Habría que dar siempre una gran vuelta.
Llegar casi arrodillados.
Ante los hombres barbudos, de pelo blanco,
que llevan bastones finamente tallados,
con la risa de la desesperanza,

Habría que ver a ese hombre que prepara, en un campo, una carcajada larga, casi eterna, que revienta contra la eternidad.

Habría que ser ese hombre que leyó hasta que explotaron sus ojos, dejando en el aire, el acto revulsivo, solo con sus huecos, su cara ya vacía, en donde sus ojos descansaban. Sus ojos, sus ojos, sus ojos. ¿Qué serías sin tus ojos? ¿Un camino sin carteles? ¿Una pileta rajada? ¿Un perro sin olfato?

De noche, de día, de tarde. Llegar con cada hombre a las estaciones de madera. Dejarse incendiar con sus palabras. Como un virus. Un parásito que viene dispuesto a matar. ¿Estás preparado?

Habría que dar siempre una gran vuelta.

Emborracharse con una guitarra. Tocando, tocando, hasta que los dedos se hinchen como un globo aerostático, para después subirse en el. Para ver de lejos, de arriba, la mentira, la lucha de cada selva, de cada pastizal, de cada camión, de cada pelo muerto en la pileta de un baño.

Partículas y partículas, viajando, entre nosotros. Un banquete de polvo que grita con fuerza: SOY CULPABLE Y YA NADA IMPORTA!!

Habría que dar una gran vuelta.
¿Estás preparado?

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