El vagabundo que está llamando a tu puerta tiene puestas las ropas que tú llevaste una vez.
El pájaro en la botella
Mariposas negras se meten en mi cuerpo
Me piden que me arrepienta de los caminos falsos
De la sangre quieta
Del corazón en un balde amarillo
Acurrucado
A salvo
En el agua negra
Con el plástico fundido en manteca
Barrenando la tinta roja
Incansable
Pintando mi cielo con manteca
Como un avión a chorro
Que corrige sus maniobras
Necesito mi corazón para hacer transformaciones
Necesito ese corazón para transformar
Para limpiar mis ojeras y mis muelas
Para tallar en vidrio mi respiración
Para tatuar el olvido
Campo de batalla II
(a mi abuela Berta)
Duermo en una cama de dos plazas con sábanas marrones
En el piso hay botellas de cerveza de agua y medias y libros
Y papeles y tierra y zapatillas y una guitarra
Que toco a la noche en el baño
Me quedo horas tocando el mismo acorde
Hasta que me canso y me voy al living
Me tiro en el piso y me pongo a mirar el techo
Abro y cierro los ojos respiro hondo
Dejo la vista en la biblioteca y pienso en mis libros
En releerlos todos y dejar en cada uno una lagrima
Llorar como si fuera una despedida
Leerlos a oscuras
Tocar cada una de sus hojas
Anotar líneas en un cuaderno
Para después armar varias pilas y atarlos con cordones
Y sacarlos a la calle regalarlos liberarlos dejarlos en
otras manos
Quedarme con el departamento vacío
Rotundamente vacío
Esperando que suban los de la inmobiliaria
Con un comando o con la vieja de la dueña
Regando el ficus
Con la espalda erguida
Riendo riendo riendo
Abrirles la puerta con una sonrisa
Darles la mano
Y salir dejando mi libro de poemas en el placard
Para que el que venga lea dos páginas
Y se abanique y lo tire al tacho de basura
O anote atrás un número de teléfono
O lo use para prender el calefón como si fuera una antorcha
Y lo deje incendiarse en la pileta de la cocina
Y en ese momento sentir que mis piernas se paralizan
Que mi sangre se moviliza al corazón
Que lo ataca que lo desborda
Que lo reprime con una caricia roja
Y después bordo
Y termina negra como un barril de petróleo
Y caerme a pedazos en la calle
Venirme abajo
Y quedarme en el piso horas días
Y no decir nada
Y no contar nada
Estar tirado y que aparezca mi abuela Berta
De pie y me pase una mano por el pelo
Y me salve
Y me pida cigarrillos Philips Morris
Y empanadas de la San Nicolás con azúcar arriba
Y entremos al Nogal con la bolsa de madera
Y nos sentemos bajo los árboles
Y que me diga con la mirada que encontró la paz
que su castigo que su tremendo castigo valió la pena
Que hoy baila y respira tomillo
Que en su pecho se siembran rosas
Que sigue mirando Ricos y Famosos
Que por las noches su cama es de miel
Y que a su lado duermen un millón de niños
Que me diga sus nombres y sus historias
Que nuestro encuentro
termine
con el canto de los pájaros.
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