A mamá le encantaba el mar. La
última vez que pudo ir se trajo un cuadro con olas que rompían en una playa.
Pidió que lo colgáramos encima de su cama. Nuestra vida podría ser un cuadro
descansando en cualquier galería, en el que un pintor desconocido nos concede
un último deseo. Ese cuadro fue creado para ella.
Cuando era muy chico solía
angustiarme por las noches, porque sentía que dejaba abandonados en la
oscuridad a todas mis cosas amadas. Me levantaba y metía todo adentro de mi
cama, pienso que mamá hizo lo mismo hasta el final. Intentó dar todo lo que
estaba a su alcance para cubrir con su amor a cada persona que pasó por su
vida.
Pocas cosas son las que nos
sostienen, en el fondo, la vida es un acto de fe. Todo se mueve en silencio y calma,
cada pieza encaja en el último suspiro; la ciudad se queda sin luz como cuando
se produce un gran apagón y la mañana vuelve a su jardín, a sus pájaros, a sus
árboles, al misterio que no está en la sombra sino en la luz.
¿Qué harías si tu cuerpo en una
tarde de sol se despegase de la tierra? ¿A qué cosas te aferrarías? ¿Qué
sentirías cuando tus pies por fin fueran libres? El centro estaría en todos
lados, la paz estaría en todos lados, el consuelo estaría en todos lados, el
amor estaría en todos lados, su sonrisa va a estar siempre en todos lados.
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