Las hoyas se vistieron de populares, las cucharas de madera rasparon el fondo, las barricadas no distinguían clases sociales, trabajadores, estudiantes, ancianos. La apatía perdía consenso, el hartazgo salía a la calle; livianos de ropa, de monedas, de esperanza, de futuro, de sonrisas. Los pibes lloraban, se desmayaban en las escuelas, comían de basureros, los hospitales desbordados enfrentaban la enfermedad "ajuste", las casillas de chapa, barro, llegaban para quedarse, los trenes "blancos" se cargaban de gente invisible, carros de cartón, un chico recién nacido se iba sin probar bocado, una chiquita comía tierra en Tucumán, las cacerolas cocinaban ruido, las promesas siguieron siendo sólo promesas. Los supermercados eran saqueados, los abuelos perdieron su esfuerzo en un suspiro, esperanzas blindadas, los bancos se disfrazaron de lata, los vidrios estallaban, las baldosas se transformaban en piedras, lo nuestro ya no era nuestro. La plaza de las madres recibía a su pueblo, los caballos montados por animales salieron a reprimir, fuego, humo, gases, balas; muertos. Bares desolados, hombro con hombro, ríos de gente sin trabajo, se iban, se alejaban, llorando se despedían en los aeropuertos de su tierra, su cultura, su casa, su familia, sus amores. Hoy, en el supermercado, en los chinos, enfrente de una góndola una señora me dijo: "Sí, hay inflación pibe; en el 2001 sólo había hambre, sólo hambre"...
El vagabundo que está llamando a tu puerta tiene puestas las ropas que tú llevaste una vez.
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A mamá le encantaba el mar. La última vez que pudo ir se trajo un cuadro con olas que rompían en una playa. Pidió que lo colgáramos encima...
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U n día, muy temprano a la mañana, estaba cursando la materia de matemáticas del CBC de la Universidad de Buenos Aires. La clase ...
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