La realidad, esa que es caprichosa, que se esconde en un pedazo de calle, en una esquina, en un semáforo. Es una construcción –meramente fragmentada- subjetiva, marcada por datos cualitativos. Esconde algo más complicado –complejo, por el entramado y su trasfondo- que es la lucha contra los conceptos enquistados, que no permite dilucidar lo natural, de lo cotidiano. Ahí, en esa construcción de años, que deja un sabor a linealidad, se esgrime la principal batalla –mejor dicho el principal problema, evitemos llevar conceptos a un tono bélico-. Es tiempo de pasar la bolsa de residuos, llenarla de “caretas culturales”, y crear el sentido crítico, que recaigan sobre viejos paradigmas hasta entonces indiscutidos.
Este debate - antes recluido a claustros universitarios- se tiene que producir, poner en perspectiva, en cualquier lugar, en cualquier ámbito; invadiendo y estableciéndose en la “conciencia popular”. El conocimiento como conciencia -valga la redundancia- y no como información. La idea de repensar el país, es fundamental, para la construcción de nuevos cimientos. El rol de los intelectuales -sean orgánicos o no-, de la militancia, conjuntamente con los líderes políticos, debe pregonar por repensar el país, y llevarlo adelante. Los medios masivos de comunicación, seguirán luchando para mantener su lugar, e intentarán no perder más espacios de poder; el conflicto abierto en 2008, no está cerrado, y digamos, mucho menos ganado. No restarle importancia. Saber llevar el mensaje a los sectores - que miran con ganas y no se atreven a involucrarse- , cediendo y arremetiendo al mismo tiempo. Y, a la vez, saber reelaborar ese discurso, evitando los fundamentalismos. Tener en cuenta que este proyecto “Nacional y popular”, no logró todavía ser transversal en todos los frentes, un caso es el de los jóvenes de clase media que estudian y trabajan a la vez, y no llegan a fin de mes. Ahí, surge uno de los cimientos importantes, conquistar a ese sector, implementando una reforma financiera, que permita otorgar créditos accesibles para facilitar el acceso a la primera vivienda. Garantizar desde el Estado, el primer trabajo a los jóvenes, quitándole la precariedad, y el trabajo en negro. La descentralización del país, es una arista vital en la construcción de un nuevo esquema regional, conjuntamente, con la ansiada búsqueda de reindustrialización, con el fin de diversificar la economía. Esa reindustrialización, debe ser progresiva, y no recaer sobre las espaldas de los trabajadores. También, surge en este repensar, el espacio que abarcan la ciencia –profundizar el ministerio creado- la tecnología y, conjuntamente, las carreras universitarias que el país va a necesitar promulgar para dicha profundización.
En fin, ese cambio cultural es el más difícil y, a la vez, el mejor camino para profundizar un modelo de país. Además, crear un nuevo sujeto político, para sostener estas estructuras, y seguir con dichas políticas de Estado. En cuanto a la oposición, la derecha reaccionaria, pueril, seguirá auspiciando de lobistas, y mantendrán su postura republicana (je), esa que tanto necesita el país. En fin, ellos que discutan si ponemos boleta única o no. Cosa que no cambiaría demasiado la elección de octubre, pero si cambiaría la conformación de la estructura política; cercando el cholulaje por las luces televisivas, poniendo solamente la cara conocida. Además, para el que no sabe, la boleta única no propone que se dejen de utilizar el telegrama y el certificado de escrutinio, por los cuáles si hubo denuncias. Por eso, ahí, se nota, que el hermoso republicanismo es sólo una redada más para alcanzar un legislador (pongamos) y también para poner en cuestión la abrumadora victoria del oficialismo. En fin, eso.
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