Es difícil convivir con el agua. Hace una semana que tengo
el baño inundado porque, como siempre, todo puede salir mal. Una mudanza
implica estar alerta a las complicaciones que conlleva, intrínsecamente, el
reconocimiento del terreno. Es decir: lo único que te abraza es la dificultad.
Primero tuve problemas con el calefón, es uno de esos viejos, en el que uno
siente que en cualquier momento te puede volar la cara de un una explosión.
Llamé a un plomero y lo arregló. Después fuimos por el baño. Vamos por todo,
amigos. Sin embargo, el inodoro fue más rebelde. El plomero le cambió la goma
del caño de atrás, pero ese no era el problema. Gracias a dios el plomero se
dedica a esto y no a operar personas, porque si no tendría varias causas por
mala praxis. Claudio, si el plomero, me bicicleteo una semana con que iba a
venir a arreglar lo que hizo mal, te voy a llamar, no, bueno, entre hoy y
mañana estoy por allá, y todo eso. No vino y el agua ganó el baño. El problema
es concreto: el inodoro pierde por abajo, tiene que sellar y listo. Es
increíble cómo el hombre se adapta a situaciones tan adversas (Ja); ahora
camino en puntas de pie, como en los baños de las estaciones de servicio, que
siempre están inundadas, no solo por agua y de los cuales uno siempre sale
rápido como si hubiera afanado un banco. Cierro porque tengo que ir a los
chinos. Hoy viene el plomero para solucionar lo que no solucionó y lo que cree
que puede solucionar. Después les cuento.
Acá les dejo otro video de mi mega investigación que hice por Internet. Otra solución de los amigos de Ferreteandola. El video que está más arriba representa el error de mi plomero Claudio. Ahh.
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