Esto se hunde, pregunté, como si alguien supiera de ante
mano. Nadie te avisa cuando algo se hunde, es una pavada gigante preguntar eso,
me decía, cuando volvía caminando por la calle. Hay que hundirse y listo. Nada
de andar pensando al pedo en eso, no sirve, hay que dejar que lo peor suceda en
el momento que tiene que suceder. Fui a comprarme una planta para el balcón,
compré un ficus, y una maceta de plástico. Escuché todas las recomendaciones,
pagué y me fui. Es raro ir con una planta por el medio de una avenida, es como
si estuviera llevando un cadáver en medio del cemento. Me reí cuando pensé eso.
Puse las llaves, saludé al portero (al que detesto, porque, está planta que
estoy metiendo en el ascensor tiene más vida que esos hombrecitos que manipulan
la manguera y mojan a las personas que esperan los colectivos, o peor en
verano, cuando uno decide salir con ojotas, y estos hombrecitos te preparan el
escenario para tu muerte a base de agua y detergente, es así, estos hombrecitos
se multiplican por cuadra, y todos vivimos ensimismados, y tenemos que soportar
tener que saludarlos). Traté de acordarme todo lo que me dijo la señora de las
plantas. Corté el plástico negro que está en la base y pasé el ficus a la
maseta de plástico. Un poco de tierra en esta ciudad no viene nada mal. Junte
la que se había caído y rodee el tronco
con la tierra. Ahora todo depende de mi memoria para que este proyecto (el
ficus) siga con vida. Eso me puso en un lugar incómodo, demasiado tengo
conmigo, y, a veces, me olvido de regarme. Por eso cuando llueve no uso
paraguas y para no darle el techito a las viejas que vienen con paraguas pero
quieren el techo para ellas, porque son viejas egoístas, de los peor que puede
haber, de la peor clase (señora es con usted la cosa, si, traer semejante paraguas,
qué va a hacer cuando venga un tsunami,
un maremoto, va a salir con una carpa de
circo, y, encima, me va a negar el techo, chau, señora, chau, si puede ahógese en la esquina). Ya estoy adentro mirando cómo
se mueve el ficus, quedaron sobre la mesa varios vasos con cerveza de otra
noche, un destapador, es como un ayuda memoria de una noche espantosa. Tendría
que tirar los vasos, comprar unos nuevos, el destapador también. Aunque no
tengo plata para comprar unos nuevos. Usar vasos de plástico sería una buena
solución. Tengo que ir al médico, a hacerme uno análisis, no tengo ganas, chau.
El vagabundo que está llamando a tu puerta tiene puestas las ropas que tú llevaste una vez.
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A mamá le encantaba el mar. La última vez que pudo ir se trajo un cuadro con olas que rompían en una playa. Pidió que lo colgáramos encima...
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