Por avenida Belgrano, voy y vuelvo del diario. Es una avenida ancha, tiene en sus veredas un cemento alisado verde, que hizo Macri para la reelección. Igual esa no es la cuestión. La cuestión es la avenida, que siempre lleva a parejitas agarradas de la mano, paseando a perros, que dicho sea de paso, se cagan en todo eso. Porque cagan, claro. Pero el amor, que transita avenida Belgrano, es líquido, bah, no solo en avenida Belgrano, en todos lados, pero en especial en avenida Belgrano. Si, repito porque se me canta. La cosa es líquida, como la moneda que busca la parejita de avenida Belgrano, que se le cayó y la encuentran y son felices. Es liquida, al calor, es liquida. Esa avenida, la Belgrano, se vuelve liquida, siempre, porque se inunda, se llena de agua, rebalsa, se vuelve líquida. Pero el problema es que nadie repara en eso, todos leen las tapas de los diarios en avenida Belgrano y siguen paseando a los perros. Los perros entienden mejor las cosas, entienden la liquidez de la cuestión, y se cagan en esa liquidez, y también en los grandes portales, y las grandes iglesias, van y las cagan bien, y claro, también se cagan en la avenida Belgrano. Pero esa no es la cuestión acá, el problema, o el denominador común es la liquidez. El problema no es de la parejita que pasea por avenida Belgrano, no, señora mía, no. Y tampoco de los perros. El problema es de los corazones, ja. Esa no la esperabas. Claro, los corazones transitan la avenida Belgrano, y saben de la liquidez, la saborean. Los corazones, niña mía, viven de esa puta liquidez. A ver cuantas veces dije liquidez y avenida Belgrano?, saca la calculadora. Vuelvo, no quiero perder el hilo. Bueno, en qué estaba. Ah, sí, la liquidez y los corazones. Digamos, los corazones tienen un problemita, hoy, claro, concreto. Los corazones no se limpian con agua, como la avenida Belgrano, como la mierda de los perros, o la moneda del orto que encontraron la parejita, de avenida Belgrano. Los corazones se limpian con sangre. Con su puta liquidez. Y la sangre, es contradictoria, como pocas, va y viene, no se decide, se sienta en un cordón a esperar, sin reloj, después irrumpe, rompe los portales, las iglesias, las avenidas, puede ser la avenida Belgrano, irrumpe y se lleva todo puesto, y quizá se lleva puesto a la parejita de avenida Belgrano, que estaba feliz porque había encontrado la monedita, los diez centavos, debajo de un pedazo de mierda. En esa liquidez de la sangre, es cuando uno comete los peores errores de su vida, y manda todo a la mierda, y putea al perro que se cagó con liquidez en la avenida Belgrano, y la monja que baldea la iglesia de la avenida Belgrano. Esa liquidez no entiende de razón. La conoce, tiene la dimensión de su adversario, la mide, pero no la cree verdad, no son compatibles, y ahí es cuando todo se va a la mierda. Y la avenida Belgrano se inunda, flota la mierda, y la monedita de diez centavos se pierde, y la parejita muere ahogada. Muere ahogada por la liquidez, ¿se entiende?. Y la sangre se anota una victoria más, y surgen las derrotas, y las sogas se llenan de corazones, que quieren secarse al sol, en la avenida Belgrano. Hoy cuando volvía del diario por la avenida Belgrano, una parejita buscaba una monedita de diez centavos, un perro cagaba en la puerta de una iglesia, una de las esquinas de la avenida Belgrano estaba inundada.
El vagabundo que está llamando a tu puerta tiene puestas las ropas que tú llevaste una vez.
Los corazones y avenida Belgrano
Por avenida Belgrano, voy y vuelvo del diario. Es una avenida ancha, tiene en sus veredas un cemento alisado verde, que hizo Macri para la reelección. Igual esa no es la cuestión. La cuestión es la avenida, que siempre lleva a parejitas agarradas de la mano, paseando a perros, que dicho sea de paso, se cagan en todo eso. Porque cagan, claro. Pero el amor, que transita avenida Belgrano, es líquido, bah, no solo en avenida Belgrano, en todos lados, pero en especial en avenida Belgrano. Si, repito porque se me canta. La cosa es líquida, como la moneda que busca la parejita de avenida Belgrano, que se le cayó y la encuentran y son felices. Es liquida, al calor, es liquida. Esa avenida, la Belgrano, se vuelve liquida, siempre, porque se inunda, se llena de agua, rebalsa, se vuelve líquida. Pero el problema es que nadie repara en eso, todos leen las tapas de los diarios en avenida Belgrano y siguen paseando a los perros. Los perros entienden mejor las cosas, entienden la liquidez de la cuestión, y se cagan en esa liquidez, y también en los grandes portales, y las grandes iglesias, van y las cagan bien, y claro, también se cagan en la avenida Belgrano. Pero esa no es la cuestión acá, el problema, o el denominador común es la liquidez. El problema no es de la parejita que pasea por avenida Belgrano, no, señora mía, no. Y tampoco de los perros. El problema es de los corazones, ja. Esa no la esperabas. Claro, los corazones transitan la avenida Belgrano, y saben de la liquidez, la saborean. Los corazones, niña mía, viven de esa puta liquidez. A ver cuantas veces dije liquidez y avenida Belgrano?, saca la calculadora. Vuelvo, no quiero perder el hilo. Bueno, en qué estaba. Ah, sí, la liquidez y los corazones. Digamos, los corazones tienen un problemita, hoy, claro, concreto. Los corazones no se limpian con agua, como la avenida Belgrano, como la mierda de los perros, o la moneda del orto que encontraron la parejita, de avenida Belgrano. Los corazones se limpian con sangre. Con su puta liquidez. Y la sangre, es contradictoria, como pocas, va y viene, no se decide, se sienta en un cordón a esperar, sin reloj, después irrumpe, rompe los portales, las iglesias, las avenidas, puede ser la avenida Belgrano, irrumpe y se lleva todo puesto, y quizá se lleva puesto a la parejita de avenida Belgrano, que estaba feliz porque había encontrado la monedita, los diez centavos, debajo de un pedazo de mierda. En esa liquidez de la sangre, es cuando uno comete los peores errores de su vida, y manda todo a la mierda, y putea al perro que se cagó con liquidez en la avenida Belgrano, y la monja que baldea la iglesia de la avenida Belgrano. Esa liquidez no entiende de razón. La conoce, tiene la dimensión de su adversario, la mide, pero no la cree verdad, no son compatibles, y ahí es cuando todo se va a la mierda. Y la avenida Belgrano se inunda, flota la mierda, y la monedita de diez centavos se pierde, y la parejita muere ahogada. Muere ahogada por la liquidez, ¿se entiende?. Y la sangre se anota una victoria más, y surgen las derrotas, y las sogas se llenan de corazones, que quieren secarse al sol, en la avenida Belgrano. Hoy cuando volvía del diario por la avenida Belgrano, una parejita buscaba una monedita de diez centavos, un perro cagaba en la puerta de una iglesia, una de las esquinas de la avenida Belgrano estaba inundada.
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