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No mires el dibujo. No. No lo mires. Nooooo. |
Hoy empiezo a escribir unas columnas que, según me dijeron,
van a empezar a salir en varios diarios del interior. Algo que no tiene mucha
importancia. Es un ejercicio para salir de la rutina diaria que trae marcar
tarjeta en un diario. Antes el periodismo era una excusa para hacer literatura.
Se armaba una fachada con puertas amplias y ventanas, a las que le ponían
plantas y pájaros, y todos actuaban como sí. Lo mejor, como siempre, sucede en
el patio de atrás. En donde los celadores no se molestan en entrar porque en su
mapa de tareas esa zona no está marcada (estoy aburriendo, perdón). El problema
es cuando a los celadores les llega la orden. Por eso siempre el patio de atrás
tiene que estar en movimiento. Como en una conversación, cuando se estanca,
muere, y se rompe el ambiente. El problema de empezar algo es que uno nunca
sabe en qué puede terminar. Eso es lo más apasionante para un mundo ordenado
por los GPS (un invento atroz por su eficacia y porque ya son pocos los que eligen
perderse). Dentro de la representación que exige el mundo de las palabras hay
que tener las cosas claras. Construir lectores es complicado. No porque sea
imposible, de hecho no es imposible, si no porque lleva tiempo, dedicación y
poca ganancia económica. El único aliado que tiene alguien que escribe es la
indiferencia. Con esa herramienta celosa, altanera, hay que gestar una alianza,
porque la vida es una alianza sin casamiento. A la indiferencia hay que tenerla
entre algodones, llevarla de la mano, para convencerla de lo imposible. Cuando
se logra eso, cuando compra el verso debajo de una parra con pájaros cantando
en el patio de atrás, es cuando se retira y el camino empieza a aclarar.
Primero es uno, después dos, o tres. Y
así se construye los lectores. La proximidad es la búsqueda de esta era. Todos
quieren participar desde su casa, ya sea escribiendo el manifiesto al debe ser
en Facebook, o riéndose de todos en Twitter, o mandando la foto a algún
programa de TV. Por eso, un diario, algo que está ya inmerso en la muerte
hospitalaria, tiene que usar las herramientas para utilizar esa ilusión de la proximidad.
Si alguien escribe al diario para putear tiene que tener respuesta o tener un
espacio dentro del mismo. Igualmente ese rol está en lo virtual. La web de los
diarios tienen que estar manejadas por personas jóvenes que entiendan la lógica
de este invento del “ser parte de”, algo ciertamente inverosímil. El nuevo
lenguaje de la gráfica tiene que bañarse de lo que sucede en la ciudad virtual,
para dejar de usar categorías viejas, aburridas, con olor a polvo. Una columna
sobre mí tiene que tener una vos, un ritmo, un estilo. Porque lo subjetivo, el
yo que se construye, como en este blog, es lo que importa. Por eso lo blogs
colectivos no tienen tanta llegada. Igualmente eso depende de la audacia para
colocar diferentes voces en post de un trabajo colectivo. Lo que sucede es que
en el medio hay que zanjar muchas diferencias de criterios. Igualmente, entre nosotros, no hay que avivar
giles.